Sumados en una nueva regeneración, y unidos en un viaje cuya barca está surcando ya otros mares, que tienen que ver más con el tiempo mítico que con cualquier otra cosa.

En este sentido la fundación de una ciudad es la reiteración de un gesto arquetípico, a través del cual se instaura un cosmos que emerge de las aguas primordiales, y que es descrito para nuestro mundo como una tierra pura o centro que es la manifestación de la luz del espíritu, "Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo" (Tabla Esmeralda).  Cualquier imagen de este "lugar" de donde surge el tiempo y el espacio de los hombres es un modelo a escala del Cosmos, sus límites están determinados por la música de las esferas, o en el simbolismo constructivo por peso, número o medida, en síntesis es obra de la Sabiduría.

Para las sociedades tradicionales este modelo revelado estaba presente en la fundación de sus ciudades, por lo que todas ellas eran imagen de este arquetipo celeste, incluso en la variedad de formas o nombres con los que pudiera ser expresado. Las murallas constituyen una coagulación de la palabra al establecer los límites del nombre o esencia con el que será designado, en este sentido ejemplifica el proceso iniciático al participar en su estructura de las cuatro puertas orientadas hacia los cuatro puntos cardinales equivalentes a los puntos equinocciales y solsticiales, también denominados puerta de los hombres y puerta de los dioses respectivamente.

“La Iniciación es el proceso por el cual el hombre se acerca al conocimiento de otras realidades, que ocultas en sí mismo, son sin embargo su auténtico Ser. Este recorrido interno a todos los niveles y los diferentes estados del Ser Universal, es lo que verdaderamente distingue lo sagrado de lo profano, lo real de lo ilusorio. Se trata de algo auténticamente nuevo”. (El Tarot de los Cabalistas, Federico González).

La reiteración de este gesto de carácter universal, -que bien podría darse en otros lugares igualmente válidos-, es la actualización de nuestro destino que nos sitúa aquí y ahora, dispuestos a vivir el tiempo mítico ligado con el origen de toda civilización. En este sentido podría decirse que para el caso de esta ciudad hemos de rememorar la fundación romana de la que aún quedan vestigios en las fuentes literarias y en la propia estructura de la urbe.

Guiados por el heraldo divino trataremos de dar testimonio no sólo de algunos de esos vestigios aún presentes, sino de lo extraordinario que aconteciera en este recorrido fundacional.

Así se manifestó la presencia del dios alado, a través de la siguiente noticia de la BNE aparecida en facebook ese mismo día:

 “El principio del tiempo cae al comienzo de la noche que precedió al día 23 de octubre del año 4004 antes de la Era cristiana”. Así lo afirmaba el arzobispo James Ussher que colocó esa fecha para hablar de la creación del mundo, muy lejos de la realidad de hoy en día.

Quiso el azar que ese mismo día 23 de octubre amaneciera lloviendo, una verdadera bendición en estos lares. Reunidos en el hotel Ibis de la ciudad se da lectura a la siguiente cita del Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos de Federico González:

…”el Ibis, símbolo gráfico de Thot (Mercurio), deidad de la iniciación por excelencia al que el Ibis representaba y que se ha transmitido hasta hoy con el mito popular del Ave Fénix, capaz de renacer de sus propias cenizas.”

Con esta breve introducción nos dispusimos a cruzar las aguas a través del puente sobre el río Ebro.
Etimológicamente la palabra que da nombre al río Ebro la relacionamos con lo que dice Guénon en su artículo "Lugar de la Tradición Atlante en el Manvantara", Iber o Eber señala el Norte o el Occidente. Con respecto a esta etimología, Estrabón indica que el término Iberia o Eber viene de Hesperia, lo cual tiene relación también con el mito clásico del jardín de las Hespérides.

Cruzamos de una orilla a otra del rio atravesando el puente de Piedra custodiado por una pareja de leones en cada uno de sus extremos.

"En este caso cada orilla simboliza un grado diverso del ser, correspondiendo uno a la tierra y la muerte y otro al cielo y la inmortalidad. Este símbolo -que también se relaciona con el arco iris-, representa aquella entidad intermediaria que permite que las energías celestes desciendan al mundo terrestre y que la tierra se comunique con el cielo. El puente es un lugar de pasaje, de pruebas y peligros, y el atravesarlo constituye el paso de la tierra al cielo. Inversamente ese 'pasaje' ya ha sido realizado por cada uno de los seres individuales que, proviniendo de un Principio único, devinieron en criaturas manifestadas; y la verdadera labor del hombre ha de ser -según la Tradición- la de reencontrar o 'recordar' el camino de retorno que lo lleve a su origen, atravesando ese puente invisible que une estados simultáneos del ser. La palabra pontifex (pontífice), significa 'constructor de puentes', y de hecho el propio Papa o Hierofante (ver el número 5 de los Arcanos Mayores del Tarot), siendo un mediador que conecta lo divino y lo humano, es él mismo, por lo tanto, un verdadero puente que comunica al hombre con su realidad espiritual." (Programa Agartha, El atravesar las aguas).  

El pontífice nos ubica ya en el recinto amurallado donde se encuentra la puerta del Norte conocida a partir del renacimiento como la del Ángel, imagen que la presidía, (aun ahora en lo invisible), y no dejará de hacerlo en tanto se tenga memoria de ello, siendo conocido como el Ángel Custodio de la ciudad.

Y viene al caso recordar que la dirección en la que está ubicado nuestro Ángel, señala el eje polar, representando al eje invisible que religa los mundos o planos del Ser.

Nos detenemos en este punto del camino para llamar a la puerta accediendo de forma ritual al interior del recinto amurallado. Retornamos al exterior para proseguir el camino marcado por los ancestros a través de la muralla de la ciudad que representa el carácter inviolable de ésta como centro sagrado.

Dirigiendo nuestros pasos hacia occidente somos conducidos hasta la puerta del Oeste. Lugar relacionado según la tradición con el propio Hermes, -dios civilizador, psicopompo, vinculado también en una de sus facetas con el comercio-, no es casual por ello que en sus proximidades se encuentre la estatua del fundador Cesar Augusto, y el aún hoy denominado Mercado Central, y de forma más misteriosa también aquí durante siglos se levantó la picota para ejecutar a los condenados a muerte, denominándose plaza de la Justicia. Por si fuera poco nuestro patrocinador nos guardaba la sorpresa y el hallazgo en forma de la presencia de un tiovivo en cuyo techo se hallaban representados gran número de deidades. Como niños nos montamos en la atracción cuyo giro era análogo a la rueda del samsara, aunque la decoración del cielo recordaba la salida por el eje vertical.

De nuevo efectuamos en este punto de pasaje el rito que nos permitiera traspasar el umbral al interior de la ciudad amurallada; llegamos a la Plaza del Justicia donde se encuentra la Fuente de la Samaritana, la luz del ocaso envolvía el lugar en un espacio y tiempo otro como una hierofanía de la Caridad manifestada en aquellas entidades invisibles que nos guiaban.

Retomamos el guión y seguimos nuestro recorrido perimetral que nos conduce hacia el sur; a mitad de camino dos gigantes nos hacen detener, se trata de las figuras que enmarcan la entrada de la actual Audiencia Provincial, antiguo palacio de los Luna. Un arco de medio punto flanqueado por los gigantes Hércules (dcha.) y Teseo (izda.). En el friso superior la escena describe el triunfo de César, a su derecha, unos amorcillos y un vaso de la virtud, a la izquierda, dos faunos. Sobre el tímpano, Helios con la Aurora y la Luna.

Dispuestos a vivir el mito, invocamos al héroe divino para que nos insufle su vigor a través de la palabra del himno órfico a Heracles.

Incienso oloroso

Heracles de ánimo fuerte, vigoroso, valeroso Titán, de poderosas manos, indomable, abrumado por duras pruebas, de cambiantes formas, padre del tiempo, eterno y benévolo; inefable, áspero, ansiado en las plegarias, todopoderoso, de corazón robusto, grandiosa fuerza, arquero, adivino, voraz, padre de todo, excelso, socorredor de todos, porque, con tu acoso, acabaste con los seres salvajes en beneficio de los mortales, ya que deseas la paz que favorece el crecimiento de los muchachos y reporta brillantes honores. Autoengendrado, infatigable, poderoso retoño de la tierra, que resplandeces con primigenios destellos, gloriosísimo Peán, que en tu cabeza llevas la aurora y la negra noche, al emprender tus doce trabajos desde Oriente hasta Occidente. Inmortal, expertísimo, infinito e inmóvil; ven, afortunado, aportando todos los ensalmos contra las enfermedades y, blandiendo una rama en tu mano, aleja los funestos infortunios y, con tus aladas flechas, desvía los presagios perniciosos.

Al Sur de las murallas se encuentra la puerta Cinegia, situada en el Coso, a la altura de la actual calle de los Mártires. La parte exterior de la puerta, según la tradición, era un lugar de martirio de los Innumerables cristianos perseguidos por Daciano, el gobernador romano de la ciudad. Parece que los ejecutaban frente a la puerta y luego los quemaban. Era un lugar en el que había un gran foso, ya que cogían tierra de allí para las obras que hacían en la ciudad, utilizado también como fosal o lugar de enterramiento. El origen se relacionaba precisamente con las cenizas, Cinerarum, de la que derivaba Cinegia.

La voz del poeta nos trajo a la memoria el significado de aquellos primeros cristianos y su sacrificio:
“Si os ha llamado el Amo a trabajar, es que la empresa es de la mayor envergadura, digna de los proyectos divinos. De los primeros cristianos no hay casi memoria histórica, pero sus energías son el alimento de veinte siglos. Tienes que hacerlo todo, instaurar una creación, un orden, una civilización, un lenguaje y un espacio absolutamente nuevos. Este es un negocio en grande y nuestros egos pequeños no tienen cabida, por su propia condición. Nos quedamos con el gobierno de la ciudad, no con las monedas de sus habitantes”. (En el Vientre de la ballena, Federico González).

Las musas inspiran al poeta y salen a nuestro encuentro figuradas en la fachada del Teatro Principal de la ciudad. Talía, Melpómene, Terpsícore y Euterpe y sus otras cinco hermanas en lo invisible, confirmándonos con su presencia el eje axial que liga con el Origen, la belleza de la Creación y el Silencio sagrado.

En este viaje de retorno nos dirigimos hacia el lugar donde nace el Sol señalado por la puerta del Este, conocida como puerta de Roma o romana. La iglesia de época posterior Santa María Magdalena tiene un capitel rematado por una veleta en la que se encuentra el gallo,  "Animal que canta anunciando un nuevo día y por ello de sustancia solar" (Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. op.cit.). Cabe destacar en este punto la aparición del Sol cada solsticio de invierno, ya que el eje Este-Oeste se establece de acuerdo al día en que se realiza la fundación de Caesaraugusta: el 23 de diciembre.

El nuevo día o nuevo ciclo nos lleva a completar el circulo del perímetro de la ciudad  y retornamos a la puerta de donde partimos, queda ahora el paso de lo solar a lo polar, en este sentido nos encaminamos al lugar donde se cruzaban el cardus: (Norte-Sur), con el decumanus: (Este-Oeste), al centro de la fundación de la ciudad. 

Las fuentes nos explican que la cultura romana realizaba este rito sagrado de la siguiente manera: tras observar el lugar señalado, mediante ciertos signos que el augur reconoce, se abre una fosa circular y se depositan ofrendas y tierra traída de los diferentes lugares de procedencia de los fundadores, cerrándose con una piedra cuadrada. Se delimita el terreno con un arado de bronce, tirado por una yunta de bueyes blancos conducidos por un sacerdote. Así se marca el surco perimetral que establece los límites de la ciudad, indicando el trazado de la muralla.

Asimismo el agrimensor traza una cruz en la piedra de fundación depositada en el centro, un trazo Este-Oeste marca la vía principal denominada decumanus máximus y un segundo Norte-Sur forma el cardus máximus, quedando dividida la ciudad en cuatro regiones: sinistro, destro, antica y postica, a lo que se le llama limitatio. Dichas vías dan a las cuatro puertas de la ciudad. Todas estas operaciones se denominan orientatio.

Caesar Augusta, nombre de la ciudad romana de Zaragoza, se funda según indican las fuentes entre el 19 y el 13 a. de. C. como colonia inmune, lo que representa que tiene derecho a acuñar moneda propia así como otros privilegios.

En dicha fundación participan veteranos de las legiones IV Macedónica, VI Victrix y X Gemina.

Ahora vamos a referir aunque sea someramente las características significativas de dichas legiones, cuya impronta marcial (de Marte), está implícita en el ser de la ciudad actual.

Y aquí se hace necesario abrir un paréntesis para explicar que la ciudad actual, es para nosotros, sus habitantes, una estructura cultural prototipo reflejo de la estructura intelectual arquetípica.

De la Legión IV Macedónica, señalar que su emblema es el toro, y también utilizó como subdivisa el Capricornio.

En cuanto a la Legión VI Victrix (Victoriosa), señalar que es gemela a la denominada VI Ferrata que sirvió con Julio César, también conocida como Fidelis Constans, traducido como ‘Leal e Inquebrantable’.

El centro físico donde convergen los caminos y los ejes de la ciudad es análogo al punto invisible, el altar en el que se conjugan los opuestos y se produce la unión del cielo y la tierra, al igual que en el corazón del hombre. Unidos por un proyecto en común nada más hay que decir, sumidos en el silencio  esperamos el retorno al Sí Mismo.